viernes, 8 de febrero de 2013

Le Cirque du Soleil, buena gente


La carpa de un circo suele ser de rayas bicolores, o al menos esa es la imagen de los circos tradicionales que conservamos desde niños: una colección de carromatos poblados por leones y otros animales de vida tristona que conviven con personajes dotados de un grado de decadencia superior al de la media. Pero desde hace casi tres décadas, el Cirque du Soleil tiene como misión levantar el ánimo de los espectadores allí donde deciden instalar sus sesenta camiones, desterrando así los lugares comunes sobre esta forma artística que es, sin duda alguna y aunque parezca un tópico, el mayor espectáculo del mundo.

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